domingo, 3 de mayo de 2009

Mañana X

Creció la ola hasta alcanzar su máximo poder, antes de estrellarse furiosa contra el muro de piedras. Apenas salpicó a la mujer, sentada arriba, inmutable. Creo que estaba inmersa en complejos pensamientos acerca de algo que la preocupaba mucho. Pero no estoy seguro. Bastante cerca, como a tres metros, un hombre con dos baldes y un jogging Adidas falsificado, pesca en el mismo lugar hace horas. Sostiene firme la caña, pero no hay pique, entonces se distrae ocasionalmente con los autos que pasan por la rambla. Los autos no tienen pausa, cruzan como saetas, diferentes modelos, distintas épocas. De pronto, otra mujer frena de improviso el auto; el motociclista que venía atrás toca la bocinita y la riega de insultos y groserías gestuales. La mujer reprueba moviendo la cabeza (con el típico movimiento de no), mira por el espejo, mientras acelera y se pierde de vista. Creo que nadie más que yo vio la situación.

Por este lugar suele caminar mucha gente, en su mayoría veteranos que hacen deporte. Hoy brilla el sol con un viento suave del sur. No hay humedad, está fresco. También hay perros. Hay algunos dueños que los pasean aburridos, por compromiso. Los traen apurados, sólo para que no hagan cagadas en el apartamento. Otros dueños disfrutan el momento. Me llama la atención un antiguo boxer con expresión aburrida, que lleva puesto un chaleco escocés en el pecho. Miro la cara de la dueña y sí, se parecen, la conocida teoría del parecido perro-dueño se confirma para este caso particular. La dueña, de unos cincuenta años, lleva una bolsa de nylon en la mano que no sujeta la correa. Es como si estuviera dormida, pero camina y pasea al perro.

Me muevo a un pequeño parque costero, con pasto, y me siento en un banco. Al rato llegan dos señores que se sientan en frente. Conversan:
-Marcos, mi sobrino, está en el Caribe. Se casó hace dos años con Eugenia Cabrera.
-¿La hija del abogado?
-Sí, esa. Una buena mujer. La cuestión es que ahora se separaron, y Marcos fue a ordenar su vida al Caribe.
-Lindo lugar para ordenar la cabeza.
-Ni me digas, hace años que no puedo moverme de acá. Pero estoy cerca del retiro; como pasa el tiempo, la puta madre…
-Ah, es una cosa de locos, ni me digas, ché, ¿cómo viene el proyecto del edificio?

Hay gaviotas que vuelan cerca, algunas aterrizan y pelean con las palomas por los trozos de basura y comida que la gente deja. Pienso dos cosas, una: la gente es cerda y no cuida nada. Dos, ¿qué entienden del mundo las gaviotas y las palomas?
Es una lástima que la gaviota ya no pesque, sino que coma basura. Las palomas que veo no son las palomas de la paz, al contrario, son repugnantes, tienen una voracidad de hienas, y los ojos inanimados miran fijo a la gente, utilitarios, esperando que les tiren algo para picotear.

Como ya es casi de tarde, algunos niños que salieron de la escuela arman un picado de fútbol. Hacen la pisadita para elegir los cuadros y adivino quienes son los peores jugadores. Pero empiezan a jugar y son todos buenos. Me regocijo con su felicidad y alegría. Que gran momento el de un partido de fútbol, cuando tenés diez años y lo que más te gusta en el mundo, más que las mujeres, la plata, la fama, o las notas de la escuela, es el fútbol.

1 comentario:

Manu dijo...

JAVII!! me encantan tus posts!!! posta que la gastan!!!!!
este me re gusto y el de tu amigo ebrio tmb! todos tenemos un amigo asi!!
jaja

te mando un besooo