jueves, 14 de octubre de 2010

La música del mundo


El hombre toca la guitarra sentado contra un muro amarillo y gastado, lleno de graffitis y pedazos de pintura quebrados. Las piernas estiradas, cruzada una arriba de la otra. Parece cómodo. Qué lindas botas tiene. ¿De dónde las habrá sacado? Lleva una remera vieja, que alguna vez fue distinta. Sobresale en el pecho un extraño colgajo: tallado en buena madera oscura, un sol, una luna, y una cara de mujer soplando viento. A veces, mientras balancea el cuerpo dentro de la melodía, las formas del collar se mueven con vida propia. Es un instante mágico que viene y va. 

El niño mira y trata de entenderlo todo. Su mente dispara preguntas curiosas que responde con inocencia, entregándose a una especie de fantasía transparente y liviana. El hombre toca la guitarra con los ojos cerrados. Al encontrar ciertas notas, frunce la frente, que se pliega en varias arrugas horizontales. Inspira confianza. Un pentagrama invisible como un caleidoscopio de colores provoca miles de efectos en las personas alrededor. 

¿Y de qué va la canción? ¡Es tan buena! Pero nadie la conoce. El niño ve cómo, poco a poco, la gente del pueblo (primero un par de curiosos, luego una decena, y más) rodea al guitarrista. Miran hipnotizados las manos, los pies que se mueven al compás, chocando entre sí; la boca quieta en un gesto bendito de concentración. Va y vuelve en cambios repentinos e inusuales, en combinaciones de acordes y arpegios, pulsados por primera vez. Más allá de la música, en un espacio mental virgen,  el alma del hombre que toca la guitarra navega en mares embravecidos y traicioneros, tierras de antiguas civilizaciones, descansa en la cima de las montañas, se hunde en las profundidades del mar azul, hasta llegar al negro. Escucha el sonido poderoso del cuerno que anuncia la guerra, pero luego encuentra la paz, porque ve un cielo estrellado de verano. Al final, se para frente al desierto, se transforma en un grano de arena que viaja despojado y libre por miles de kilómetros y años a merced del viento. Los ruidos de la ciudad desaparecen, son inútiles y pierden todo sentido. El niño imagina todo esto, el niño sabe todo esto.

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El dibujo es de Martín Sierra, un amigo del barrio muy talentoso.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Unconditional Love



(What y'all want?)
Unconditional Love (no doubt)
Talking bout the stuff that don't wear off
It don't fade
It'll last for all these crazy days
These crazy nights
Whether you wrong or you right
I'm guna still love you
Still feel you
Still there for you
No matter what (hehe)
You will always be in my heart
With unconditional love

Super hit de Tupac Shakur, quien deja bien claro una infinidad de conceptos realmente interesantes acerca de la vida. El más lindo, y me quedo corto con lo de “lindo”, es que el verdadero amor, en su forma más pura y extrema, es incondicional. Tupac Shakur es el rapero más importante que existió. Probablemente jamás sea superado por nadie, porque sus canciones no tienen comparación alguna, en especial cuando tiene la capacidad de abrir su corazón, sin dejar nunca de ser real (“stay real”) y regalar letras que son joyas. Tupac es considerado por muchas personas como un mesías, al igual que sucede con Bob Marley y unos pocos artistas que han entrado como flechas en las mentes y corazones de la gente que los escucha.

Tupac se jactó constantemente de su estilo de vida (“thug life”, el tatuaje que atraviesa su panza de lado a lado), donde la violencia era el condimento principal para sobrevivir. Era lo que le tocó y lo adoptó como una filosofía dentro de un sistema al que criticaba todo el tiempo.  Él y  sus amigos (dogs), vivieron por fuera del sistema, en una especie de mundo paralelo de armas, luchas, drogas. Incluso cuando se hizo famoso las letras siguieron el mismo rumbo, y los lujos no ocultaron nunca de dónde vino. Se veían a sí mismos como soldados. The struggle never stops in this game.

La grabó entre 1995 y 1996, pero recién vio la luz cuando estaba muerto, en 1999. Tupac murió joven, tal como había repetido una y otra vez en sus letras. El 30 de noviembre de 1994, recibió cinco balazos en un estudio de grabación en Manhattan, donde estaba grabando Biggie Smalls. Sobrevivió y acusó al rapero de N.Y., un amigo hasta ese momento, por el ataque contra su vida. Desde ese momento fueron enemigos, en medio de una rivalidad gigantesca que se generó entre los bandos de la costa Este y Oeste. El 7 de septiembre de 1996, en Las Vegas, Tupac se dirigía a un boliche tras ver pelear a Mike Tyson. En una luz roja recibió varios disparos, que le causaron la muerte, seis días más tarde. Vendió más de 75 millones de discos en todo el mundo.

En general, si uno escucha las canciones de Tupac, en medio de tragedias, muertes y cuestionamientos, surge cada tanto un verso que realmente emociona, porque toca elementos que son cristalinos y universales. Es lo que pasa a lo largo de esta canción, una verdadera redención: Perhaps it's just a fantasy, A life where we don't need no welfare, Shit with our whole family.

Tupac recorre su vida, nadando en recuerdos tristes y gira en el tiempo: lo que fue, lo que es, y lo que será el futuro que está adentro suyo, y adentro de cada uno de nosotros también. Nothing but my dreams matter. Una canción imperdible, eterna.


Acerca de Juicy

Juicy es quizá la canción más conocida de Biggie Smalls (o Notorious B.I.G), uno de los raperos más famosos de la historia. Resume su vida de forma perfecta en la letra. Como una pintura rápida, pasó de comer sardinas, vender drogas y no tener plata para mantenerse, a ser una superestrella del mundo del espectáculo. Champagne, mujeres, limousinas con chofer, contador, Super Nintendo y Sega Genesis (lo mismo que sería ahora tener el Play 3 y el Wii), fueron las consecuencias de vender más de 17 millones de discos sólo en USA.

¿Qué tiene la canción de original? ¿Por qué es un clásico? Bueno, sin duda que hay una base musical muy buena para que el gordo rapero haga su trabajo. Se afirma que Notorious no escribía las letras, sino que cantaba con estilo libre, según surgían las combinaciones y rimas en su cabeza. Además, está la manera de hacerlo, el flow que distingue y hace únicos a los cantantes. Ah, también está el estribillo femenino de voces angelicales que libera las tensiones de una rima intensa.

En este hit, el single que lo hizo famoso definitivamente en 1994, se le dio por contar las dos caras de la moneda, un arranque de vida miserable, que comparte las características de casi todos los raperos exitosos, hasta lograr el reconocimiento de todos en el ambiente. Madre soltera en la lucha, padre que se borra, poca plata, barrio difícil con pocas chances de hacer una vida políticamente correcta. Y después llegan drogas, armas, una hija de sorpresa antes de los 20: es la realidad que se impone como un tren arrollador. Lo más increíble de la letra es que es real. Hay un salto gigantesco, un bombazo de energía musical que cambió todo. En una situación compleja como la de Biggie, una persona “normal” se hunde y termina en la cárcel, totalmente desanimado, o muerto. El talento que tenía lo alejó, al menos por un puñado de años, de la vida siniestra de las calles. Y lo hizo leyenda para siempre.

Biggie Smalls, considerado el salvador del hip-hop en la costa Este americana, nació el 21 de mayo de 1972 en Brooklyn, N.Y. El 9 de marzo de 1997, a los 24 años, recibió cuatro disparos en el pecho, en lo que se llama drive-by, que es cuando alguien dispara un arma desde un auto en movimiento o parado. Esta técnica la hizo popular la mafia en 1920 (gracias Wikipedia). El enorme rapero (al igual que Tupac Shakur, su amigo y enemigo) murió de esta manera, mientras esperaba el cambio de luz en un semáforo, al volver de un boliche al hotel en la ciudad de Los Ángeles, California.

jueves, 22 de julio de 2010

Bueno, gracias, porque volvimos, nos trajeron a todos



Vimos cómo Uruguay trepó hasta meterse entre los cuatro mejores del mundo. También a punto de pasar a la final. Sin excusas. Perdimos. Quedamos cuartos. Aunque flota en el aire, incluso ahora, un par de semanas después de los partidos, la sensación de que estuvieron ahí nomás. Muy cerca de la gloria total.

Vivimos el campeonato del mundo más fuerte desde Maracaná, porque en 1970 el cuarto puesto en México no se festejó.

No sé de las leyendas de antes, puedo imaginarlas, pero es como todo: si no lo vivís, no lo entendés. Muchos jugadores nos emocionaron hasta las lágrimas, fue impresionante. De unas eliminatorias más agrias que dulces, y a pesar de los golpes, habían muchas ganas de ir al mundial. Atrás queda aquella tristísima imagen del Loco Abreu dialogando –intentando dialogar- con un puñado de hinchas furiosos porque perdimos casi toda chance con aquel 0-1 en Perú. A una de las mejores portadas de diarios que jamás vamos a ver: el Loco con los ojos cerrados, brazos extendidos, sonrisa pintada, lleno de tatuajes. Gol, gol, golazo, sólo Zidane se animó a tirar así un penal en la final de 2006. Pero era el primer tiempo del partido. Lo que hizo el Loco fue darle el mejor final imaginable –para los uruguayos- a esa novela de ciencia ficción que fue Uruguay- Ghana.

No encuentro palabras para trasmitir lo que Egidio y el Ruso hicieron. Quizá sea la famosa garra, pero tiene que haber algo más. Es la seguridad de que nadie nos iba a ganar fácil, y cuando escuchaba (o decía orgulloso)  “pase lo que pase, éstos van a dejar todo”, se me venían a la mente, como flippers, las galopas laterales, la mirada asesina, gritos de guerra, barridas, sangre, de estos dos jugadorazos de fútbol. Porque eso es lo que son. La foto que pegué arriba es la mejor foto del mundial a mi gusto.

Edinson Cavani, qué golazo de punta le anotó a los alemanes, o el centro precioso hacia Suárez, que cabeceó notable frente a México. Meses antes del mundial, Forlán hizo un gol clave para Aleti en Portugal, por la Europa League, y Marca tituló: “Eres grande, Forlán”. Y sí, es así, estuvo intratable y apareció en los momentos más difíciles. Luis Suárez –Luisito- se hizo leyenda, no por ser tramposo, como algunos periodistas no entendidos de fútbol dijeron, no por ser pícaro, porque lo que hizo no fue una picardía como la de Maradona. No. Lo de Luis fue instinto de supervivencia. Un último respiro antes de la muerte anunciada que era, que hubiera sido, ese asqueroso no gol de Ghana, tras una verdadera tómbola de rebotes en el área chica nacional. Para saborear lo que fue el triunfo más lindo de nuestra historia, de la historia que vimos y no nos contaron, vale la pena, cada vez que lo repiten en la tele, o en YouTube, o lo que sea, volver al masoquismo de revivir los segundos fatales. La clásica yeta que tantas veces acompañó a los celestes. La desgracia de quedar afuera así. Pero no.

Más allá de algunos momentos cumbres, como el segundo gol bajo la lluvia contra los coreanos, o la caída mortal de Fucile, o los dos penales tapados por Muslera, o cuando el mismo Muslera le hablara al travesaño, le gritara “te quiero”, como un loco, tras el yerro de Gyan, que pateaba notable los penales, pero ese lo erró, o el verdadero partidazo de Egidio en aquel gris debut contra los galos, o la sangre del Ruso, o cuando parecía que los rivales abrían una brecha y aparecía Edinson, cubriendo espacios de área a área, o cuando…

Más allá de todo este verdadero cóctel de imágenes que quedan impresas en la memoria colectiva, crece con inesperada fuerza el sentirse parte de algo mayor, de una identidad que tiene Uruguay, que parecía destinada al ostracismo, pero que sale a flote, gracias a Dios –el mismo Dios al que Victorino suplicaba de rodillas en la tanda de penales-, y espero que pueda mantenerse en el tiempo. Porque nadie juega, ni nadie sufre y vive el fútbol como los uruguayos.

Y la gente no festeja un cuarto puesto. La gente es inteligente y festeja porque vio que hubo un grupo muy unido, que llevó a cabo la tarea más difícil de las últimas cuatro décadas. Es que parecía que nunca más podríamos llegar entre los mejores, pero más importante aún, recuperar una forma de sentir el juego: hasta la última pelota, hasta la última, siempre…y vamos, que vamos, como rezaba el bondi en la caravana helada de la semana pasada. ¡¡¡Uruguay nomá!!!



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martes, 25 de mayo de 2010

Frases interesantes de diferentes personas

Durante dos años, dormía un día de cada cuatro. Charlie Watts


Cuando al agresor no le queda más por destruir, se dirige violentamente contra sí mismo. Juan Salzano


Si los seres humanos no tuvieran memoria, serían felices. F. Nietzsche


Ante la realidad, la tolerancia es aún menor que ante la ficción. Fernando Vaz


Ott es un poco resultado de la autopublicidad, de la presunta excelencia por el mero hecho de que vivís afuera. Rafael Viñoly


El Holocausto fue planeado, y Hitler lo planeó. Paul Johnson


Lo que la música significa para la gente es uno de los grandes misterios. Keith Richards


Si me coronara como Rey, ¿sería por ello Rey? Me convertiría, más bien, en objeto de lástima y disgusto. Austin Osman Spare


Mientras permanezca la noción de que existe una "esclavitud obligatoria" en este mundo o incluso en los sueños, existe tal exclavitud. A.O.S.


¿No hay acaso un "viento" invisible, misterioso, que nos empuja aquí o allá, y comanda nuestras acciones, mientras en nuestra ingenuidad creemos gozar de libre albedrío? Gustav Meyrinck




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lunes, 26 de abril de 2010

Oración del Marinero

Mares revueltos de oscura fachada

Espuma de olas cruzadas

Abren sus bocas y las cierran

Como si fuera lo único por hacer


Secretos mueren para siempre

En las profundidades

Aún vivas, vírgenes

Ausencia alarmante

Que sólo puedo imaginar


Pierdo los ojos

Más allá del horizonte

La vida es una belleza

Tan corta y frágil


Lluvia desaparece

Al tocar el mar

Cuna de todos los mortales

Rey de todos los finales


A ti encomiendo mi suerte

Y la de los míos

A ti prometo

Siempre regresar



martes, 13 de abril de 2010

Dios

-¿Vos crees en Dios?
-Dale, no jodas, siempre con las mismas preguntas, ¿qué te cambia lo que yo pienso?
-No es que me cambie, pero quiero saber cómo pensas.
-Y, no se que decirte, es un tema personal. Anda todo el mundo confundido con esas cosas.
-¿Cómo?
-Ves que no podes hablar sin hacer preguntas.
-¿Qué decís?
-Bueno yo pienso que hay algo superior adentro nuestro, afuera, por todos lados, no tengo idea si es el ser de las iglesias o una bola de energía invisible.
-Yo veo que todos piensan diferente…
-Entonces capaz que todos son pequeños dioses.
-Jaja, estaría bueno eso.
-No, sería una mierda para mí.
-No entiendo.
-Hay cada cabeza de balde por ahí que no se lo merece.
-¿Cómo vos?
-Dale no te hagas el gil. Pará que me suena el celular…es mi vieja. ¿Qué pasó má? … Sí, no sé a qué hora, cociná igual que cuando llegue como… Como el culo me fue, má, el tipo era un alcahuete…No, no, está todo bien, tengo plata…Okey, dale, un beso, pará má, acordate de darle comida a Tropical…Chau, nos vemos.
-Debe estar gigante Tropical, ¿no?
-Sí, está rompiendo todo. Descontrolado. ¿De qué estábamos hablando?
-De Dios.
-Cierto, bueno, nunca se llega a nada hablando de eso. Es uno de los misterios que no se pueden conocer. Otra cosa, además, es que la gente se muere por Dios. Hace miles de años que se matan por Dios.
-Decís por los terroristas vos…
-Sí, y por muchos otros. Lo que quiero decir, y es lo más gracioso esto, es que no hay amor en las religiones, y eso es lo más importante. No sé, somos muchos y todos piensan diferente. Cuando te quieren convencer de algo a la fuerza no hay amor.
- Estás hecho un brisco con eso del amor…
-Vos reíte pero es así. Sos un burro vos.
- Puede ser…
- Y sí.

viernes, 12 de febrero de 2010

Tierra de sueños


Apareció en una ruta desierta, en medio de la nada. Puso la mano como visera en la frente para tapar el sol, una especie de sol violeta que hacía ver las cosas en colores insólitos. Igual no había nada para ver. Se sacó la mochila con rapidez y se agachó para abrirla. El sentimiento era como saber perfectamente lo que estaba haciendo y al mismo tiempo no entender nada de nada. Por un instante se vio desde afuera de su persona, igual que en una película. Después abrió el cierre de la mochila y vio que no había nada. Sintió sed. Quiero irme de acá, qué hago acá, la puta madre, pensó. Y cerró los ojos. Fue entonces cuando apareció en una fiesta muy animada en una casa enorme con piscina. Habían chicas en bikini, todas divinas, tomando cócteles increíbles. Habían hombres también, vestidos con ropa de moda y peinados europeos, pero eran como de cartón y ninguno hablaba, por eso las mujeres lo miraron fijo y él les dijo: “Hola, quiero saber todo de ustedes”. Vino una que parecía rusa y le dio su vaso. Tomó un trago, dos, y se sintió raro. Lo que sintió fueron ganas de decir muchas cosas pero no saber cómo. En fin, no podía hablar. Miró su atuendo y se dio cuenta que tenía un traje a medida blanco, sería Armani o una de esas marcas gloriosas. Y los zapatos que llevaba, eran como para jugar al golf. Soy un imbécil, soy igual a todos, pensó. Corrió descontrolado y se tiró a la piscina. El agua era tan pura que calmó la desesperación. Las chicas se fueron. Los hombres también. Y él ya no llevaba el trajecito de millonario. Estaba desnudo, flotando en un agua mágica. Sólo podía pensar en lo bien que estaba en esa agua, ese era todo su mundo. Pensó con tanta profundidad en lo bien que estaba, que logró sentir placer de pensar. Y allí dijo en voz alta: “Esto debe ser el paraíso”. Pero fue un error decir eso, porque al instante una voz lejana comenzó a llamarlo por su apodo: “Lechuga, lechuga, ¡lechugaaaaa!” ¿Quién me conoce acá? No quería encontrarse con nadie conocido. De a poco, la voz se hacía familiar. Ahora estaba corriendo por un bosque, atropellado, cayó un par de veces al suelo. Era obvio a esta altura que algún idiota lo perseguía. “Lechuguitaaaaa”, escuchaba desde atrás. Se escondió atrás de un árbol bastante grande y vio que se acercaba Lily, su hermana de seis años. Lily le hizo señas para que se callara, y le dijo suave al oído: “Acordate cuando abras los ojos, esto puede ser real también”.