miércoles, 22 de julio de 2009

Taxismo, breve análisis

Hay taxistas que se levantan a las dos de la mañana, suben a la unidad -nombre que sustituye al de auto-, se sientan, y manejan hasta las dos de la tarde. Sin parar. Cuántas cosas pasan en esas doce horas, cuántas cosas hiciste vos en ese tiempo. No sé, pero de algo estoy seguro: siempre te subiste a un taxi y escuchaste puteadas, bocinazos, malas maniobras, ansiedad y rabia. No importa la longitud del viaje, alguno de estos elementos siempre está presente. Y dijiste muchas veces -o pensaste- "tachero de mierda, mirá lo que hace". Acordate, son doce horas ahí arriba. Todos los días.
Un taxista que trabaja doce horas por día gana algo así como $10.000. También tenés la chance de subirte ocho y ganar menos. Pero analizo ahora al que trabaja doce horas y en el turno nocturno, porque es el ejemplo más cruel de la profesión.
El curso horario del ser humano normal se ve alterado. Es vivir al revés, sos un vampiro de la calle, sólo que cuando se hace de día hay que seguir. Por lo general, te acostás entre las ocho o nueve de la noche. Te podés acostar antes, lo cual sería sano, pero cuanto antes te acuestes más se reduce el tiempo de vida libre. Más o menos una y media de la matina despertás. Media hora te separa de estar al volante. Cuando te subís, empieza la travesía. Durante muchas horas tu tarea es manejar una unidad que no es tuya. Hay que estar atento y no chocar. Hay que hacer la mayor cantidad de viajes. Cualquier taxista te puede confirmar que hacer de treinta a treinta y cinco viajes en un turno es un éxito. Como es lógico, al llevar más pasajeros, se gana más guita. Por eso las enemistades y las peleas en las grandes terminales como Tres Cruces.
Si propones diálogo, el taxista sabe de todo. Es todólogo. El aporte de la radio capaz es importante, o las charlas que se multiplican con los pasajeros, pero en realidad no sé cómo saben tantas cosas de la sociedad y el mundo.
El tema de la columna y los dolores, que también influyen a la hora de tocar bocina o agredir, es un tema común. La posición del taxista se volvió más incómoda con la mampara, porque achicó los espacios.
"Con un palo verde no laburo más: me compro dos taxis y dos apartamentos", escuché decir ayer por la calle.
Quería terminar, si leyeron hasta acá, es un trabajo complicado el de taxista nocturno. La vida se comprime y se gasta de forma acelerada. Cuando te bajás del aurinegro, no te dan ganas, por ejemplo, de ir a jugar un fútbol 5 o salir a correr. Esto también explica, y multiplica, las panzas. La crueldad de la profesión, también se traduce en escasas mujeres a cargo de un taxi. Además, ahora no ganan nada comparado con las gloriosas décadas del siglo XX.

3 comentarios:

Alexis dijo...

Justo el otro día hablaba del tema con un amigo, porque su padre es taxista.
Me quedé pensando en eso de que están 12 horas sentados ahí, manejando.
Yo manejo una vez cada dos meses más o menos (en un auto prestado, je), y trato de buscar calles poco transitadas porque realmente me pone nervioso el tránsito y la locura con la que anda la gente en general, así que cuando mi amigo me hablaba de todo el tiempo que se pasa su padre manejando pensaba en esas cosas sobre todo.
Debés llegar a tu casa como loco.

También tratar con gente es todo un tema.
Tengo un familiar que maneja un ómnibus y la otra vez me decía que básicamente tu peor enemigo es la gente. Sí, así. Tratar con gente es complicado y en algún momento te va a terminar dando más dolores de cabeza que otra cosa, según me decía.

A las 3:00 a.m., si sigo despierto, voy a escuchar cómo llega mi vecino que salió a las 3:00 p.m. vuelve a casa.
Todas estas noches me vengo durmiendo tarde y lo escucho llegar.
Si me pasa hoy creo que me voy a acordar de tus palabras.

Saludos.

Anónimo dijo...

un saludo Alekséi

gracias por contar tu historia.

Pebete Ormaechea dijo...

Gran crónica Javi entretenida, de una mirada que está aprendiendo a ver lo esencial. Un abrazo