jueves, 12 de noviembre de 2009

Para no dormir

Miró al techo desde la cama. Lo distrajo el ventilador. Rápidamente se destapó y corrió a la ventana. A través de la rendija de la persiana, miró. Al principio no pasó nada. Veinte segundos después, tal como en el sueño que acababa de tener, aparecieron los hombres. Corrían calle arriba con pistolas en las manos. Los vió venir, de rostros enjutos y concentrados. A lo lejos, distinguió el sonido de los motores. No había sirenas ni bocinas. Más vendrían.
Ya sabía, sin saber por qué, que lo querían a él. Observó con los ojos bien abiertos cómo se daban señales mudas entre ellos, cercando la pequeña vivienda. Con la mano derecha, agazapado, manoteó la cuerda y cerró la persiana del todo. En una ráfaga eléctrica de pensamientos, deseó ser Juan Carlos, el vecino que dormía plácidamente en su cama.
Bajó las escaleras acelerando, su corazón agitado saltaba fuera del pecho; las piernas flotando de terror. Apagó la luz que dejaba siempre prendida en el piso de abajo. Y sintió pisadas que venían de arriba, de la azotea. Sin saber qué hacer, se tiró al piso y reptó hasta la pequeña puerta del sótano. A esta altura, cuando intentaba trancar la puerta con una vara de madera demasiado fina, sintió que forzaban la puerta más débil de la casa: la de la cocina. Cerró los ojos, apretándolos de una forma tan intensa que los pómulos rozaron sus pestañas. Rogó para que todo fuera la insólita realidad de una pesadilla. Pero no. Entonces comenzó a rezar, mientras los hombres tomaban la casa, en medio de la noche.



***

1 comentario:

walrus dijo...

Ya que el post lo amerita, vengo a decir que tenés el pelo como el pibe de The Shining.
Obvio que es un halago.
Nunca nos contaste de tu pasado actoral...ja.

Abrazo.