lunes, 3 de marzo de 2008

El diablo en su disfraz


Con el ritmo preciso de las luces, el extraño ser camina con rumbo desconocido. Cubierto en ropas oscuras, es la clase de persona que nunca atrae miradas. Y todos los autos pasan a velocidades altísimas a su lado, pero el sombrero tejano nunca se cae. De su rostro no puedo hablar porque nadie lo vio. Él camina porque siempre va a llegar a donde quiere.

Frena, desenfunda la guitarra y comienza a tocar. Poco a poco la melodía llena el vacío del espacio y flota con una fuerza insólita hacia la ciudad más cercana. Continúa en trance, la canción es el batir de un reloj y corta el ruido de la ciudad. No parece extinguirse. Todos la escuchan aunque les parezca mejor mentir y hacerse pasar por sordos.

Desde la costa de California hasta New York City la canción no va a parar. Conquista las emisoras radiales y cada rincón del país cae a sus pies, como una víctima adormecida y dispuesta al sacrificio. Se pierde la conciencia, la música es agradable, casi perfecta. Éste hombre es el diablo en su disfraz, ustedes tienen que creer, yo no puedo mentir.

Llega una chica ambiciosa y le dice: "Yo te conozco, tengo muy claro quién sos". Ella está hipnotizada, cree que todo es un gran sueño dulce. Siente deseos de dar unas vueltas y aparece una estupenda limousina roja. Sube, saluda y se va con una sonrisa. No volverá a ser la misma jamás. El diablo, sin dejar de tocar las cuerdas, canta suavecito: A vos te sorprendería los amigos que podes comprar con unas monedas.

Esos fueron los días en que el diablo tomó el gusto por tocar la guitarra. Y se decía a él mismo: El tiempo no es un límite. Sólo quiero la guitarra para hacer mi trabajo. Quiero tenerla sobre mí, sostenerla, y mover mis dedos así..., sobre su cuerpo.

Creo que con los años él aprendió algunos trucos, es cada día más hábil. Y yo más débil frente a su música, pero le llevo la ventaja a muchos, porque al menos reconozco que existe. Todos ustedes, malditos sordos, ¿acaso no pueden escucharlo? Cada minuto, cada segundo, susurrando bajo en el oído de la ciudad.

3 comentarios:

Lebowski dijo...

Un placer ponerme al día con tu blog, Javi.

Este post me hizo acordar a una parte de "¿Dónde estas hermano?", cuando un tipo dice que le vendió el alma al diablo a cambio de saber tocar con genialidad la guitarra. Por ahí es un poco mucho.

Abrazo

Javier González dijo...

ja preso, yo la vi esa pelicula es muy buena, solo voy a recordar la parte en que son seducidos por sirenas y creen q uno se transforma en un sapo, genial.
abrazo marto

Anónimo dijo...

See Here or Here